Una ciudad asediada - Margaret Oliphant





Fue, (..) una encarnación en su obra  y también en su personalidad, de la propia Era Victoriana, con todas sus luces y sombras

Así define Jesús Palacio a Margaret Oliphant. Nos cuenta también que no es el género sobrenatural el que más atraía a la autora, que sin embargo, y tal vez por su personalísima visión de este, es lo que la convierte en una autora de referencia y la dota de una visión tan atractiva  en su interpretación del mismo. 

La concepción que Oliphant tiene de lo gótico, de la "ghost story" esta muy cerca de la que definió M.R. James: un terror cotidiano, con escenarios próximos al lector, sin truculencias y que parte de la experiencia personal del autor,  dotándolo de una posibilidad de veracidad que resulta aun más perturbadora que una imaginación desbordada.  Una ficción alejada de caminos trillados, pero cercana a lo que "tal vez" si pudo existir al margen de la razón. Me encanta M.R.James, por eso también la visión que adopta nuestra autora me resulta muy atractiva. En el caso de Margaret Oliphant, su tipo de fantasmas redentores y de alguna manera benévolos y compasivos, que buscan comunicar su mensaje desesperadamente,  que se mueven en esferas paralelas para  vislumbran apenas a los vivos, entreabriendo la puerta para que puedan rozarse, los hace diferentes y evocadoramente cercanos. Como el escalofrío que nos recorre la espalda de repente en una tarde de primavera sin poder asociarlo a ninguna causa.   

La introducción que nos hace a la novela Jesús Palacios  me ha resultado tremendamente esclarecedora, y como siempre, con la atractiva capacidad que tiene para comunicar ese conocimiento enciclopédico que enriquece y aporta tanto a aquello de lo que nos habla. Conocía a Margaret Oliphant de varios recopilatorios de cuentos, es una  figura siempre presente en ellos y algunos de su relatos son referencia ineludibles como La puesta secreta. Pero apenas sabía nada de su vida  azarosa y de su  popularidad y fecunda obra.

  Una ciudad asediada es una de las novelas más populares de la autora y dicen, según he visto por algún lado, que era muy apreciada por la Reina Victoria. No se si ha estado antes traducida a nuestro idioma, pero la versión de Jon Bilbao  nos la acerca y mantiene a la vez ese  sabor clásico pero actual,  con un tinte irónico y divertido, preservando el tono  colorista del original al mantener la evocación del francés, en las alusiones y expresiones, fácilmente entendibles,  por otra parte.



Margaret Oliphant
Fábulas de Albión
Título original: A beleaguered city
Traducción de Jon Bilbao
Prólogo de Jesús Palacios

La historia se desarrolla en una pequeña ciudad  de Francia, en una sociedad dominada por el escepticismo religioso y el culto a la razón, y en la que la Revolución ha convertido a los hombres en  individuos racionales y alejados de religión,  rémora del pasado, de la infancia y de las mujeres. Estos  nuevos ciudadanos,  centran sus intereses el lo material y su único dios es el dinero, solo algunos  se mantienen fieles, pero se presiente que las cosas no pueden seguir así, tan vacías de valores espirituales. Ante ese alejamiento de lo divino, los muertos, que se mueven en un espacio paralelo regresan para hacerles ver  que hay algo más,  que no se puede renunciar impunemente ni atacar los referentes religiosos, esencia de lo mas intimo del ser humano, y refugio para los seres amados que se fueron de la mano de la muerte.

Una sensación de agobio y de tristeza oscurece la ciudad y las almas de sus habitantes  acosados por la opresión de  una oscuridad que se vuelve algo físico. Los muertos, evocados  varias veces, como en una premonición, ante la corrupción que domina el presente, toman la ciudad, y los vivos, angustiados, se ven obligados a abandonarla y a plantear su reconquista. Pocos entienden los signos, solo las almas puras, solo algunos seres limpios que mantienen una espiritualidad sincera y unos lazos afectivos que  se mantienen, más fuertes que la muerte, con  sus seres queridos, son capaces de entender lo que sucede. Ni siquiera aquellos  de sólidas creencias, pero construidas a su medida y carentes de un fondo puro y  transparente son capaces de "ver".  

La narración gira en torno a M. le Maire, el alcalde, un hombre integro, que toma el mando de la situación pese a sus miedos, y vacilaciones. Su personalidad es dibujada con frecuencia con unos rasgos que nos provocan la sonrisa cuando nos recuerda en su informe su importancia y la conciencia de que su papel le obliga a mantener las formas y la dignidad, a ser el más valiente, a cumplir con su obligación,  porque es M. le  Maire, el  representante de esa nueva aristocracia que es la  burguesía, culta y racional.  Poco a poco se hace evidente que es lo que sucede, algunos personajes cuentan sus experiencias al entrever el universo paralelo que se ha instalado en la ciudad.  

Sin embargo estamos al final en una estructura de novela coral, en la que son varias las voces que relatan en distintos informes lo ocurrido, su interpretación de los sucesos perturbadores en diferentes escenarios, aunque siempre teniendo como referencia a M le Maire.: La forma en que cada personaje al que se cede la voz, ha vivido los acontecimientos,  descubre con gran perspicacia los diferentes matices de las personalidades que nos hablan: el místico perdido que se reencuentra con su amada esposa, la mujer del actor principal, de alma limpia y amor incondicional a vivos y muertos, la madre de una religiosidad materialista y dura,  egoísta y a la vez práctica. Y también la versión manipuladora y pragmática de esa religión que han venido a reivindicar las  almas de los que se fueron, y que vuelve a instalarse en las vidas de los habitantes de Semur, aunque al final no tardaran  en volver a las andadas. 

No estamos ante un mensaje absoluto, ante una moralina  dulzona e ingenua. Es más bien una visión lúcida  y realista de la mentalidad de la sociedad, la descripción de la pugna entre la razón y  la fe,  sin  dejar de usar métodos poco ortodoxos para imponerse y a la vez,  sin renunciar a mantener, pese a lo vivido,  sus principios. 

Estamos ante una gradación de sentimientos: misericordia, miedos, pasiones, ambiciones, ingenuidades... pero que consigue no caer en la sensiblería. 

Es una novela en la que la vida termina por imponerse pero la huella de los seres amados perdidos, nunca hostiles,  permanece de alguna manera, pese a que no acabe de transformar a los individuos ni hacerles renunciar a sus principios más íntimos. El terror  hermana en la tragedia, pero no evita que  permanezcan  firmes en sus creencias y naturalezas más asentadas.

Me parece muy lúcido el tratamiento del tema de la fe religiosa y la fe en la razón.  Como ese choque de perspectivas no termina en un enfrentamiento sino que convive en tolerancia. Me encanta la presentación de las diferentes formas de concebir la religión, tan distintas. Como convive la beatería, el fanatismo incluso ( representado de forma sutil en la monja a la que se da voz), la superstición, con la manipulación y con la fe pura y limpia de Mme. Dupin. Y como la razón pese a lo vivido sigue resistiendose a dejarse invadir por la religión tras una leve renuncia en momentos  de crisis, en otros personajes.

Me gusta que se conserve la ironía, la introducción de términos franceses que le da la nota  pintoresca sin necesidad de dibujar  más matices, y las descripciones tan logradas, Me encantan los personajes tan bien definidos, como el protagonista es visto en diferentes facetas pero a la vez,  confluyen sin terminar de tener notas discordantes, no se miente aunque las notas de caricatura estén presentes de forma socarrona para aligerar y  hacer mas humano al héroe. 

Una delicia de lectura. Si en  El Muñeco, de Dafne du Maurier,  la anterior  publicación de esta joven editorial,  descubrimos lo mas perturbador  en lo cotidiano del alma humana, en  Una ciudad asediada , descubrimos un  terror gótico elegante y alejado del efectismo, los secretos de un más allá no demasiado diferente de nuestro presente de anhelos y  preocupaciones mas desinteresadas. 


Comentarios

Javi Sanz ha dicho que…
Lo leí por pura casualidad por una referencia que vi en una web... y me ha gustado mucho. Reconozco su imperfecciones, pero incluso con ellas es una lectura muy agradable (o más bien inquietante).

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